Llevas un espía escondido en el bolsillo
KidGuard es una aplicación móvil que se promociona a sí misma como una herramienta para monitorear a los niños. Sin embargo, también ha promovido su mecanismo de vigilancia para otros propósitos y tiene publicaciones de blog con títulos como “Cómo leer mensajes borrados del teléfono de tu amante”.
Una aplicación similar, mSpy, ofrece consejos a una mujer para monitorear en secreto a su marido. Hay otra más, Spyzie, cuyos anuncios salen en Google con los resultados de las búsquedas de términos como “descubre novia infiel iPhone”.
Así como en los últimos años se han multiplicado las herramientas digitales que recaban información de los teléfonos para monitorear a los niños, los amigos o los teléfonos perdidos, ha sucedido lo mismo con las opciones para la gente que abusa de la tecnología con el objetivo de rastrear a otras personas sin su consentimiento.
Más de doscientas aplicaciones y servicios ofrecen una variedad de opciones a los acosadores potenciales, desde el rastreo básico de ubicación hasta la recopilación de mensajes de texto e incluso la videograbación en secreto, de acuerdo con un nuevo estudio académico. Una veintena de servicios se promovieron como herramientas de vigilancia para espiar a parejas, según investigadores e información de The New York Times. La mayoría de los servicios espía necesita acceso a los teléfonos de las víctimas o conocer sus contraseñas, ambos requisitos son información comúnmente compartida en las relaciones domésticas.
En Estados Unidos, monitorear a las parejas o a los cónyuges por medio de una herramienta digital puede considerarse acoso ilegal, intervención telefónica o ataque informático. No obstante, las leyes y el cumplimiento de las mismas han tenido problemas para seguir el paso a los cambios tecnológicos, aunque el acoso es una de las principales señales de advertencia en los intentos de homicidio en casos de violencia doméstica.
“Malinterpretamos o minimizamos este abuso”, comentó Erica Olsen, directora del Safety Net Project de la Red Nacional para Acabar con la Violencia Doméstica. “La gente cree que si no hay un acercamiento físico inmediato a la víctima, podría no correr tanto peligro”.
En 2013, en un caso que tuvo lugar en Florida, un hombre llamado Luis Toledo instaló una aplicación llamada SMS Tracker en el teléfono de su esposa porque sospechaba que tenía un amorío. En enero, Toledo fue sentenciado a tres cadenas perpetuas porque se le encontró culpable de haber asesinado a su esposa, Yessenia Suárez, y a sus dos hijos.
Las estadísticas sobre el acoso electrónico son difíciles de encontrar porque tal vez las víctimas no saben que las observan o quizá no lo denuncian. Aun si creyeran que las están monitoreando, el software oculto puede dificultar la confirmación de su presencia.
No obstante, las filtraciones de información que sufrieron dos empresas de vigilancia el año pasado —las cuales revelaron cuentas de más de 100.000 usuarios, de acuerdo con Motherboard, un sitio especializado en tecnología— dan una idea de la escala. La empresa de la aplicación de monitoreo mSpy comentó a The New York Times que en el primer trimestre de este año había vendido más de 27.000 suscripciones a usuarios en Estados Unidos.
Una oportunidad para cometer abusos
En Estados Unidos, no hay una ley federal en contra del monitoreo de la ubicación, pero este tipo de rastreo puede violar leyes estatales relacionadas con el acoso. Espiar las comunicaciones puede violar estatutos de intervención telefónica o delitos informáticos. Además, la venta intencional de herramientas para realizar intervenciones telefónicas de forma ilegal es un delito federal.
Sin embargo, no es ilegal vender o utilizar una aplicación para monitorear a tus hijos o tu teléfono. Y puede ser complicado saber si la persona que es vigilada ha dado su consentimiento, porque los abusadores suelen obligar a las víctimas a utilizar estas aplicaciones.
La ambigüedad técnica y legal ha creado un entorno en el cual las herramientas se promueven tanto para usos legales como ilegales, sin una repercusión aparente.
“En definitiva, hay fabricantes de aplicaciones que son cómplices, pues buscan a estos clientes y promocionan ese uso”, comentó Periwinkle Doerfler, una estudiante de doctorado en la Universidad de Nueva York (NYU) y una de las autoras del estudio sobre las aplicaciones. “Pasan relativamente desapercibidos en ese tema, pero lo siguen haciendo”.
Los investigadores, de la NYU, la Universidad Cornell y el Tecnológico Cornell, contactaron a los servicios de atención al cliente de nueve empresas que brindan servicios de monitoreo. Las investigadoras señalaron que se hicieron pasar por mujeres que querían rastrear en secreto a sus maridos. Solo una empresa, TeenSafe, se negó a ayudarlas.
En YouTube, hay decenas de videos que ofrecen tutoriales de cómo utilizar varias aplicaciones que sirven para atrapar a amantes infieles. A menudo, los videos enlazan con los sitios de los fabricantes de aplicaciones por medio de un código especial que garantiza una parte de la venta al patrocinador, un tipo de acuerdo conocido como “mercadotecnia de afiliación”.
Las reseñas y las discusiones en línea sobre las aplicaciones sugieren que el mercado del espionaje a cónyuges se ha vuelto importante para los negocios. FlexiSPY, una empresa de aplicaciones, publicó los resultados de una encuesta en su sitio: el 52 por ciento de los clientes potenciales estaban interesados porque pensaban que sus parejas podrían ser infieles. Cuando se le preguntó sobre los resultados, la empresa mencionó que la información era de hace cinco años y “ya no es relevante”.
Diferentes teléfonos, diferentes habilidades
La proliferación de este tipo de aplicaciones de rastreo genera cuestionamientos sobre el papel que tienen los negocios como Google y Apple en la supervisión de sus servicios. Desde hace tiempo, las dos empresas manejan diferentes estrategias para regular las aplicaciones.
Apple dificulta que los usuarios de iPhone descarguen aplicaciones fuera de la App Store de la empresa y tiene muchas restricciones respecto de lo que pueden hacer las aplicaciones en su tienda. Después de probar varios programas disponibles en las tiendas de ambas plataformas, los investigadores encontraron que las reglas estrictas de Apple limitaban más las capacidades de vigilancia de esas aplicaciones que las que tenía el software de Google.
Los investigadores encontraron dos aplicaciones de la tienda Google Play que evitaban que las víctimas pudieran ver el icono de la aplicación y que permitían que la cámara funcionara sin notificaciones, así como un puñado de otras que rastreaban la ubicación de los usuarios sin avisarles: todas las anteriores en teoría son violaciones a las reglas de Google. “No hacen cumplir sus propias políticas”, comentó Doerfler, la investigadora de la NYU. “Si alguien la denuncia, entonces la quitan, pero no están vigilando dentro de su sistema operativo”.
En respuesta a los hallazgos de los investigadores, Google reforzó varias políticas “para restringir aún más la promoción y la distribución” de las aplicaciones de vigilancia, comentó una representante de la empresa.
Google quitó muchas aplicaciones espía y rastreadoras y bloqueó la publicidad relacionada con el espionaje a cónyuges y parejas románticas de los resultados de las búsquedas. YouTube, propiedad de Google, bajó algunos videos que trataban sobre servicios espía, aunque la empresa determinó que había otros que no violaban sus políticas pues los servicios podían usarse con consentimiento.
Los defensores de las víctimas mencionaron que se habían percatado de que los fabricantes de las herramientas de vigilancia han cambiado sus tácticas: a veces han movido los servidores al extranjero o han quitado de sus sitios web el lenguaje explícito sobre el espionaje a cónyuges. “En cuanto estas empresas escucharon el rumor de que no debían hacer eso, tan solo cambiaron su estrategia de mercadotecnia”, señaló Olsen.
Comentarios
Publicar un comentario