Mecanismos cerebrales que subyacen a la toma de decisiones irracionales: Los finales felices pueden sesgar las decisiones futuras

 


  • Nuestros cerebros no siempre pueden evaluar de manera confiable las experiencias que se desarrollan a lo largo del tiempo.
  • Tendemos a dar un peso desproporcionado a la última parte de una experiencia.
  • Esto puede llevar a tomar malas decisiones a la hora de elegir si repetir una experiencia.

Los humanos estamos programados para preferir las experiencias que terminan bien, y la influencia de la experiencia previa disminuye cuanto más tiempo ha pasado. Esto significa que no siempre podemos confiar en que las decisiones que tomamos con base en experiencias previas nos beneficien en el futuro.

Una nueva investigación, publicada hoy (19 de octubre de 2020) en The Journal of Neuroscience , ha revelado que dos partes distintas del cerebro se activan y compiten entre sí cuando tomamos decisiones basadas en experiencias pasadas. Esto puede llevarnos a sobrevalorar las experiencias que terminan bien a pesar de empezar mal, y a subvalorar las que terminan mal a pesar de empezar bien, incluso si ambas son igualmente valiosas en general.

Finales felices, toma de decisiones cerebrales
La elección manifiesta se codificó en la corteza cingulada, la corteza prefrontal dorsolateral (CPDL) y la ínsula anterior (extremo izquierdo). El valor objetivo se codificó en la corteza prefrontal ventral (segunda izquierda). Cuanto más subóptima sea la decisión del sujeto, mayor será la actividad en la CPDL (derecha). Crédito: Vestergaard y Schultz, JNeurosci 2020

“Al decidir dónde cenar, por ejemplo, piensas en dónde has comido bien en el pasado. Pero recordar si esa comida estuvo bien no siempre es fiable: nuestro cerebro valora más los últimos momentos de la experiencia que el resto”, explicó el Dr. Martin Vestergaard, investigador del Departamento de Fisiología, Desarrollo y Neurociencia de la Universidad de Cambridge, quien dirigió el estudio.

“Si no podemos controlar nuestra atracción innata por los finales felices, entonces no podemos confiar en que nuestras decisiones sirvan a nuestros mejores intereses”.

La amígdala cerebral determina el valor objetivo de una experiencia: por ejemplo, el sabor general de una comida de tres platos. Por otro lado, se ha demostrado que la ínsula anterior, una región cerebral, reduce nuestra valoración de una experiencia si esta empeora gradualmente con el tiempo.

Cuanto más remota sea una experiencia, incluso si es bastante reciente, menos peso tendrá en la siguiente decisión. Los investigadores lo llaman el «efecto del final feliz»: tendemos a tomar decisiones basándonos en experiencias previas que terminaron bien, independientemente de lo buenas que hayan sido en general.

En el estudio, se pidió a veintisiete voluntarios varones sanos que eligieran cuál de dos botes de monedas, visualizados en pantalla uno a uno, tenía el mayor valor total. Observaron cómo monedas de diferentes tamaños, que representaban su valor, caían de los botes en rápida sucesión, mientras un escáner cerebral revelaba lo que sucedía en su cerebro mediante resonancia magnética funcional ( fMRI ). La tarea se repitió varias veces con diferentes secuencias de monedas.

Los voluntarios eligieron sistemáticamente la olla equivocada cuando las monedas disminuyeron de tamaño hacia el final de la secuencia. Esto revela que el cerebro penalizaba toda la secuencia, independientemente de su valor total, cuando el final no era bueno. El efecto variaba según la persona, pero solo unos pocos lograron ignorarlo por completo y tomar una decisión completamente racional.

Los resultados verifican los modelos teóricos de la toma de decisiones y desafían la creencia popular de que la toma de decisiones subóptima se origina en la amígdala —la parte primitiva de nuestro cerebro—, mientras que el razonamiento más agudo ocurre en la parte más evolucionada. Demuestran que nuestra evaluación de una experiencia prolongada está codificada de forma robusta en la amígdala.

La atracción por los momentos finales de una experiencia es un mecanismo fundamental del cerebro humano y es importante tenerlo en cuenta, afirman los investigadores. Si bien prestar atención a si las cosas van en una trayectoria ascendente o descendente tiene claras ventajas, nuestros juicios pueden fallar al intentar evaluar una experiencia global posteriormente.

Si bien una mala toma de decisiones en el contexto de comer fuera puede no ser desastrosa, esta valoración inexacta al resumir eventos pasados ​​podría llevar a malas elecciones al usar la información para tomar decisiones a largo plazo (por ejemplo, decidir a qué político votar).

“Nuestra atracción por la calidad del momento final de una experiencia es explotada por políticos que buscan la reelección; siempre intentarán aparentar fortaleza y éxito hacia el final de su mandato”, dijo Vestergaard. “Si caes en esta trampa e ignoras la incompetencia y el fracaso históricos, podrías terminar reeligiendo a un político incompetente.

A veces vale la pena detenerse a pensar. Adoptar un enfoque más analítico que complemente tu intuición puede ayudarte a asegurarte de tomar una decisión racional.

Referencia: “Valoración retrospectiva del resultado experimentado codificado en distintas representaciones de recompensa en la ínsula anterior y la amígdala” por Martin D. Vestergaard y Wolfram Schultz, 19 de octubre de 2020, The Journal of Neuroscience .
DOI: 10.1523/JNEUROSCI.2130-19.2020

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